miércoles, 13 de abril de 2016

El turno del escriba


El turno del escriba de Graciela Montes y Ema Wolf gira en torno al empeño del escriba Rustichello por recoger por escrito los relatos de destinos fantásticos que cuenta Marco Polo, el famoso navegante veneciano, mientras comparten celda en la cárcel Malapaga en Genova.. Así de forma breve, la trama parece prometedora. No sé si es que después de conocer al Marco Polo seductor de Italo Calvino en Ciudades invisibles, el de esta novela luce soso, sin gracia, ni simpatía y más bien insulso, distraído y hasta desorientado.  ¿Y la trama? Pues me pareció más bien pesada. Y no digo que no tuviera salvación.  Para quien gusta de la historia hay mucha información (demasiada) sobre la vida cotidiana alrededor de la prisión y el puerto genovés del siglo trece. También hay una fascinante disertación sobre lo que es la labor del escriba: por cierto, las partes que más disfruté y sobre las que comentaré mas adelante.  Sin embargo, Rustichello se nos presenta como un viejo mezquino y utilitario y Marco Polo un mero envase de relatos. Además de ocultar los pergaminos en los que ha escrito de manera subrepticia los relatos del viajero, que plasma sobre papel y tinta robados, no pasa mucho más. Se queda uno esperando, la libertad, el descubrimiento, algo que mantenga el interés. Pero al igual que Rustichello que cae en un sopor profundo cuando habla el navegante, así también nosotros los lectores.

 

Del lado positivo, están las reflexiones sobre la labor del escriba. Por ejemplo, ¿cuánto de lo que se escribe en una historia narrada por otro se vuelve propio? O sea, ¿podemos leer una narrativa o historia del mundo y creer todo lo que leemos? ¿De cuántos subterfugios se vale el escriba para adornar la narrativa? Dice el narrador que Rustichello decide al oír los cuentos de Polo, corregir los “(r)elatos enredados” y “tejer según oficio dándoles un comienzo, un final y bellas palabras apropiadas”. También está la inseguridad del escriba frente a la página en blanco, lo fugaz de la memoria y las luchas que deben darse entre el que narra una historia y el que la escribe. Por ejemplo, Rustichello piensa que solo a él le debe Polo narrar sus historias, o por lo menos en su presencia. Narrárselas a otros es un desperdicio y no vale repetirlas ya que se desgastan. En fin, no es una novela que me atrevería a recomendar sin una advertencia: puede resultar aburrida y exasperante.




Preguntas:

  1. ¿Qué aportan las descripciones del pueblo y la gente al comienzo de la novela a la creación del ambiente en la novela?
  2. ¿Cómo llega Marco Polo a la prisión y qué lo hace atractivo al escriba?
  3. ¿Qué aportan los elementos escatológicos a la trama? ¿Son realmente necesarios?
  4. ¿Cómo influyen las reflexiones del escriba sobre su oficio al desarrollo de la trama?
  5. ¿Qué podemos concluir sobre la tarea del escritor basándonos en estas reflexiones?
  6. ¿Cómo pueden aplicarse estas reflexiones a El turno del escriba y como ha sido construida?