Seis libros que me
formaron o informaron (más la Ñapa)
1- Teatro de René Marqués. Es una
compilación de tres de las obras teatrales de este escritor compueblano: Los
Soles Truncos, Un niño azul para esa sombra y La muerte no
entrará a palacio. Fue el primer libro, fuera de la literatura infantil,
que leí y releí en más de una ocasión con el mismo entusiasmo. Tendría algunos
12 años y leía los libros de mi padre. Lo tomé del librero al que mi padre, en
su grandilocuencia usual llamaba biblioteca, y lo devoré con tanto gusto, que a
cada rato volvía a leerlo. No puedo precisar qué exactamente me fascinó, pero
puedo verme a mí misma leyéndolo y sentir esa conexión que me hacía volver a las
obras. Tampoco puedo decidir cuál de las tres me gustó más. Sólo sé que ese
género que describía cada movimiento de los personajes y los figuraba con tanta
precisión me hizo vivir esas obras como si yo formara parte de ellas y, aunque
había leído otras cosas, este fue mi primer amor literario.
2- Cien años de Soledad de Gabriel
García Márquez. Acababa de entrar a la Universidad con 17 años. No recuerdo
exactamente cuál profesor@ habló de esta novela como lectura imprescindible,
aunque no la asignó. Fui al lugar indicado, “la biblioteca” de mi padre
-siempre mi padre- y, por supuesto, allí estaba. La leí y cuando notaba que el
final se acercaba, la soltaba sin querer dejarla, sólo para no acabarla. La
terminé y al instante la comencé otra vez. Fue una experiencia nueva. Lo
novedoso no fue desear leerla de nuevo, ni de hecho hacerlo (ya dije que Teatro
lo leí tantísimas veces), pero volver a comenzar una novela extensa
justo al terminarla, era algo que no había hecho antes y que no creo que haya
vuelto a hacer nunca. Después, ya adulta, la volví a leer y me pasó lo mismo,
sólo que ya no tenía tiempo de releerla al instante.
3- Mujeres de ojos grandes de Ángeles
Mastretta. Creo que este es mi libro favorito de todos los tiempos. Lo he leído
múltiples veces; en ocasiones completo, a veces sólo algunos cuentos, otras uno
sólo. Pero siempre necesito saber que está cerca de mí y no me gusta prestarlo.
Pienso que fue esencial en la determinación de dar mis primeros pasos en la
escritura de cuentos. Por años había querido escribir algo sobre la vida y las
hazañas cotidianas -para muchos
insignificantes- de mis abuelas y de mis tías. Cuando leí Mujeres de ojos
grandes, encontré lo que yo quería hacer y mucho más. Mastretta logra, con
un estilo sencillo y divertido, narrar la complejidad de las “simples vidas” de
mujeres comunes y corrientes. ¡Me encanta!!!!!!
4- Inventario de Mario Benedetti.
Nunca he sido amante de la poesía. Mi relación con este género se ha dado
esencialmente a través de José. Precisamente, él me regaló este libro que leí
hasta el cansancio. Lo leí a solas, pero generalmente fue una lectura
compartida. La compartí con mi esposo, en aquel entonces mi novio. La compartí
con mis amigas y hermanas; sobrias y ebrias, alegres y tristes, enamoradas y
despechadas, patrióticas y desencantadas, siempre contábamos con algún poema de
aquellos que, con razón o a la fuerza, se adaptaba a nuestro estado anímico.
Son muchos los que me gustan de esa colección, pero ninguno como “No te salves”.
5- ¿Qué es la historia? de Edward Carr. Este libro me ayudó a
decidir qué haría después del bachillerato. Siendo estudiante de ciencias
políticas, aún no tenía claro que haría al concluir una carrera que te obliga a
continuar pues ese bachillerato, por sí sólo, te deja sin opciones en el
mercado de trabajo en Puerto Rico. Tomé varias electivas en el Departamento de
Historia, pero cuando estaba terminando mi bachillerato me matriculé en el
curso Teoría de la Historia y la profesora asignó el texto mencionado. Al
momento decidí que esa disciplina podía ser una opción para mí. El enfoque del
autor sobre el papel del historiador y la falsedad de la objetividad en la
narración histórica, me dio una perspectiva diferente sobre el oficio de
historiar y fue determinante en mi decisión de realizar estudios graduados en
ese campo.
6- Derecho Procesal Penal de
Puerto Rico y Estados Unidos de Ernesto Chiesa Aponte. Jamás pensé
que incluiría este libro en ninguna lista de lecturas favoritas. Pero según
entendí, esta no es una lista de favoritos, sino de libros esenciales en tu
formación. Entre otras cosas y, para mi desgracia más que otras cosas, soy
abogada. Estando en la escuela de derecho, no acababa de dar con aquello que me
apasionara y me permitiera asegurarme de que había hecho una buena elección.
Cuando tomé derecho penal pensé: creo que esto sí me importa. Pero no es hasta
que llegué al curso de Procedimiento
Penal del Prof. Chiesa y, más que la clase o el profesor, su obra tocó la fibra
de jurista que me habita. Me topé con una obra extensa, una investigación
académica seria, profunda, con una excelente redacción. Posteriormente, ya en
la práctica, tengo serias diferencias con el autor, pero todavía lo uso, lo
cito y sigue siendo un gran referente. No lo recomendaría nunca para un círculo
de lectura, pero definitivamente fue importante en mi formación como abogada
criminalista.
PERO NO PUEDO DEJAR DE
MENCIONAR LAS SIGUIENTES OBRAS:
7- La increíble y triste historia de la Cándida
Eréndira y de su abuela desalmada, Siete Cuentos de Gabriel García Márquez. Leer la selección de
cuentos de este libro es un placer indecible. Es, sin duda, otro de los libros
al que vuelvo con entusiasmo y siempre descubro algo nuevo. Mi favorito es “El ahogado más hermoso del mundo”. Ese
cuento nunca dejará de fascinarme.
8- Cuentos de Eva Luna de Isabel
Allende. Para mí uno de los mejores libros de Allende. Dos palabras y
Regalo para una novia son mis cuentos preferidos. Quisiera haberlos escrito
yo y me da pena que ya no encontremos esa sensibilidad en las obras posteriores
de esta escritora.
9- Las mil y una noche era un libro
anhelado. Desde niña quise tenerlo y no sé por qué -con un padre que amaba la
literatura y una madre que amaba que sus hijos la amaran- nunca la tuvimos en
casa. En fin, un buen día José/Pito/ mi
esposo/ex-novio/compañero/cómplice/etcétera me la regaló!!!!! Cuatro hermosos
tomos que olían a gloria. Se convirtió en mi libro de mesita de noche. Era el
postre antes de dormir. En la mañana amanecía sobre mi almohada, esperando que
lo devolviera a su mesa y que antes de dormir, otras mil y una noche, me lo
llevara a la cama. Los tomos corrían por los cuartos del apartamento de
estudiantes, pero la condición era que siempre tenía que haber uno en el mío.
(Hagan cuenta de que vivía con otras lectoras que se emocionaron con el regalo
como si fuera para ellas, hablo de Wilma, Vanessa, Wanda y después Rixie).
Buenos cuentos, hermosos recuerdos.
10-
El Lazarillo de Tormes y La Celestina de Fernando de Rojas los incluyo en la lista porque fueron de los
primeros que me hicieron reír. De todo lo que asignaban en la escuela, estas
dos obras fueron divertidas, lo que me ayudó a ver la literatura desde otra
óptica. No fueron los libros que más me gustaron pero sí de las primeras obras
serias con las que me reí a carcajadas y eso ayuda mucho a formar a un lector o
lectora.
11- Don Quijote de la Mancha de Miguel
de Cervantes. Todos la citan, bien y mal, y muchos presumen de haberla leído y
de ser su obra favorita. En mi caso es diferente. La “leí” cuando estaba en el
grado doce de escuela superior. En aquel entonces no disponía de tiempo para
cosas serias, no por la edad -como ya he dicho amaba leer desde niña- tampoco
por la cantidad de páginas, eso no me asustaba demasiado. Pero ¿en el grado
doce? ¿En serio? Era una obra muy extensa para la cantidad de actividades
sociales que tenía. Leí fragmentos; lo que la maestra enfatizó o lo que yo
estimé necesario para sacar buena nota. Aún así, me divertí muchísimo, tanto
que leí más de lo absolutamente necesario para lograr mi objetivo de aquel
momento. La incluyo porque creo que fue la primera vez que me regañé a mí misma
por dejar una lectura que me gustaba para otro momento. Después lo he hecho
muchas veces y siempre me ataca la misma pésima sensación. He vuelto a leer pedazos,
algunos que ya había leído, otros desconocidos para mí, pero nunca la he
completado. Desde aquellos tiempos lejanos hasta hoy, sigue siendo mi
asignatura pendiente...
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