jueves, 18 de agosto de 2011

El reino de este mundo

Preguntas para  la discusión de la novela El reino de este mundo de Alejo Carpentier

1. ¿En cuántas partes se divide la novela y cuál parece ser el propósito de dicha división?
2. La novela mezcla datos históricos con el imaginario del autor—un poco como lo hace Vargas Llosa en El Celta—sin embargo, el resultado es lo que el mismo Carpentier llama “lo real maravilloso.” ¿Cómo logra este estilo particular el autor?
3.  Al personaje de Ti Noel lo vemos desde que es un niño susceptible a las fantasías y a la influencia de Mackandal, hasta la vejez en el que los recuerdos del mandinga lo persiguen nuevamente.  ¿Qué efecto tiene esta evolución en la obra?
4.  ¿Cómo se juega con la voz narrativa en la novela y qué propósito sirve esta técnica?
5.  En esta novela no parece haber salvación para Haití.  Los ciclos de violencia van de mal en peor.  ¿En dónde queda la esperanza para este pueblo en el que todavía hoy parece haberse desbordado "el odio de Dios" como dice el poeta?

Presione aquí para análisis de Vargas Llosa sobre el uso de lo real maravilloso en esta obra.

lunes, 8 de agosto de 2011

Reflexión sobre las lecturas

MI CIRCULO DE LECTURA
Rita I. Maldonado Arrigoitia


Lo mejor de formar parte de un círculo de lectura es el descubrimiento de las múltiples interpretaciones que produce una misma obra. Las diversas y, muchas veces, contrapuestas lecturas sobre una situación narrada o sobre la percepción de un personaje resultan fascinante.
El círculo al que asisto lo compone un grupo heterogéneo, divertido e interesante, cuyos miembros dedican parte de sus vidas a tareas tan diversas como la enseñanza académica, la administración de empresas, el periodismo, las relaciones laborales, el derecho -ejercido desde diferentes posiciones-, las ciencias naturales y otros menesteres. La formación académica, así como las experiencias de vida de cada uno, aportan un tono particular a una reflexión, no muy armoniosa, pero sin duda provocadora y sugerente. Nos une el gusto por la literatura y el deseo de encontrar un espacio para intercambiar ideas, en una zona geográfica -por no decir un país-, donde no se fomenta este tipo de pasión y donde rara vez podemos comentar con alguien lo último que hemos leído. Además, aún teniendo con quien compartir nuestras interpretaciones sobre una lectura, probablemente el interlocutor no conoce la obra, o la leyó tiempo atrás, por lo que su intervención resulta muchas veces limitada. Así que el círculo no nos obliga a leer, eso lo hemos hecho siempre; más bien permite que un grupo de lectores coincidan en una obra y luego discutan sus impresiones, acompañados por varias copas de vino y sabrosas tapas, en un lugar acogedor que un viernes cada dos meses nos recibe con amabilidad.
Sin consultar con los demás miembros del club, me tomé la libertad de hacer un resumen de nuestras reuniones para preservar algo de éstas y que no todo se pierda en el olvido de nuestras mentes “prematuramente” afectadas. Primero hago una breve sinopsis de la obra, sin pretensiones de reseña,  a partir de lo discutido en la reunión.  Luego, incluyo un  resumen de nuestras reflexiones. Sólo tengo mi ya frágil memoria como recurso, así que con toda probabilidad cometo errores poniendo en boca de alguno lo que dijo otro, o alterando el sentido al parafrasear lo dicho. Espero no distorsionar demasiado sus aportaciones. (Pueden corregir, discrepar o añadir en el área de comentarios)

Nuestra primera discusión giró en torno a la novela de Rosa Montero, Instrucciones para salvar al mundo. Hasta ahora ésta ha gozado del promedio más alto en la evaluación numérica concedida por los miembros del círculo a las obras discutidas. Me parece que la redacción sencilla, sin dejar de hacer uso de imágenes y metáforas memorables, hace de esta lectura una experiencia placentera. Los temas abordados, tan cotidianos y a la vez tan originales, atrapan al lector. Sus personajes no son héroes, ni villanos. Es gente ordinaria, más bien marginada que vive situaciones comunes  y se enfrenta con sus recursos y sus posibilidades, a lo extraño, lo imprevisto y al azar en un mundo indiferente. Sin embargo, todos logran, aunque sea por un momento, trascender lo opresivo, lo que aniquila sus vidas, y hacerse extraordinarios. El vínculo que logra establecer la autora entre el lector y los personajes es, a mi juicio, la magia de la novela.
Esta novela de la escritora española fue del agrado de todos y no generó mucha polémica. Aunque discutimos un buen rato el texto, en términos generales coincidimos en nuestras apreciaciones. La pregunta que persistió al final de la discusión fue si la obra contenía “instrucciones para salvar el mundo”. Para Guimazoa, la instrucción es precisamente la falta de instrucciones, la imposibilidad de programar y la magia de lo imprevisible y de poder reaccionar a ello. Para Olguita, la instrucción solapada es que el ser humano debe intentar descubrir cómo enfrentar las adversidades con naturalidad. Casi todos los demás encontramos las instrucciones nunca escritas, pero abiertamente propuestas, en la solidaridad, el amor y la generosidad como únicos valores capaces de salvar a los seres humanos de la indiferencia y la mediocridad y, por tanto, como remedios para salvar el mundo. No se trata de una salvación religiosa ni moralista, sino profundamente existencial, que no juzga, ni reclama. Hay en el texto una apuesta a favor de la solidaridad como forma de darle sentido al pequeño mundo de cada persona, quizás con la tenue esperanza no articulada de que cada “salvación”  individual contribuya a la del Mundo. Cabe destacar que Sonia enriqueció la discusión con su investigación sobre los personajes y sucesos mencionados en la obra.


La segunda obra discutida fue El país de las mujeres de Gioconda Belli. La autora trabaja con ironía el tema de las relaciones de poder basadas en el género. Históricamente, éstas le han otorgado a los hombres un lugar privilegiado en la vida pública y su resultado no ha probado ser exitoso pues no ha logrado hacer del mundo uno mejor sino, al contrario, uno profundamente desigual y violento. La ausencia o el espacio discreto y minimizado que han ocupado las mujeres ha privado a la humanidad, según la autora, de las capacidades que éstas han desarrollado para cuidar con responsabilidad, sensibilidad y justicia la sociedad, tal cual hacen con la familia. Para Belli, la lucha feminista no ha terminado, pero debe darse desde otros contextos y con otros esquemas. Todavía el problema de la doble tarea y el dilema hijos vs. profesión subsiste y no podrá ser superado mientras dirijan el mundo los hombres, o las mujeres que pretenden igualarse a los hombres. Propone que el poder lo asuman las mujeres que no reniegan de serlo; aquellas decididas a revertir el contenido negativo que se le ha dado a la construcción social de lo femenino y a convertirlo en una fuerza necesaria para lograr una sociedad igualitaria y más feliz.
Esta obra sí creó controversia. Para Sonia, la novela extrapola situaciones a fin de impactar al lector. Es un recurso de la autora para plantearnos lo ridículo que ha sido siempre un mundo dirigido por hombres, por eso propone lo contrario. Elsa concuerda y añade que estamos tan condicionados a que sean los hombres quienes dirijan, que parece totalmente absurda la propuesta de la autora. Casi nos parece natural un mundo controlado y vigilado por una parte de la humanidad, que deliberadamente silenció a la otra con el único criterio de pertenecer al género opuesto y, sin embargo, consideramos ilógico lo contrario. A Wilma, muchas de las propuestas de la novela le resultaron geniales, pero le pareció retrógrado incorporar la idea medieval del castigo público y ejemplar al ofensor sexual en una sociedad en la que alegadamente se busca superar viejos esquemas, trabajar con los cambios de mentalidades a través de la educación y  mejorar los modelos de justicia. Para Achi, la novela fue un desatino y una decepción. Después de leer otras obras de Belli, ésta le pareció una caricatura que como crítica a una sociedad machista no aporta nada novedoso y como propuesta para el futuro resulta ridícula. Para Rita fue graciosa y piensa que la autora, con sarcasmo, logró hacer que los lectores se planteen la posibilidad de una sociedad diferente, a partir de una restructuración social que conceda verdadero poder a las mujeres. No obstante, la novela le pareció un tanto “clichosa” y opinó que aunque pretende superar los modelos ideológicos del pasado, la autora no logra escapar de la propuesta de la revolución sandinista de la que formó parte. La idea de un grupo que mediante la fuerza desplaza al sector dominante y se instala “temporeramente” en el poder hasta lograr que la lucha entre fuerzas opuestas finalice y las mentalidades cambien para que surja una sociedad igualitaria es un cuento ya conocido y lamentablemente desacreditado. A Guimazoa y a Ana les pareció panfletaria pero le encontraron su encanto. Rocío la describió como simplona, pero reconoció que deberían implantarse muchas de las políticas que el PIE (Partido de la Izquierda Erótica) instauró durante su gobierno. Edgardo, trajo a colación lo interesante de plantear un fin político y social fuera de las ideologías tradicionales a partir de la propuesta del “felicismo”. A Bárbara le gustó mucho y le pareció que contenía una forma diferente de postular el feminismo y coincidió con Rixie en que la novela propone nuevos métodos de lucha para la reivindicación de las mujeres, en las que se utilicen como armas y fortalezas aquellas características femeninas que los hombres han ridiculizado y convertido en debilidad.

La tercera selección fue El sueño del celta, de Mario Vargas Llosa. Un proyecto ambicioso que, sin duda, culminó en una obra monumental. Vargas Llosa recreó la empresa colonizadora inglesa en el Congo subrayando su dureza y crueldad. La explotación inmisericorde y la deshumanización de los congoleses, el exterminio de pueblos enteros y la humillación de una raza, considerada inferior por los europeos, fue descrita minuciosamente por el autor. Su investigación histórica fue exhaustiva y reveladora. A través del personaje principal, trae a la atención de los lectores una historia acallada y la descubre en todo su horror para tornar el silencio en un grito de indignación. Roger Casement existió, tal como existió la barbarie y el exterminio. Vargas Llosa se apega a las fuentes históricas consultadas y recrea con nombres, apellidos, lugares y fechas exactas el horror del Congo y luego del Amazona, víctimas de la explotación europea. Hay un claro propósito de denunciar. Que la humanidad conozca los extremos a los que la ambición lleva. Que no se olvide nadie que el coloniaje, sea en el Congo o en América, ha sido un proyecto genocida que la historia oficial convirtió en empresa civilizadora. Su prosa perfecta conduce al lector por escenarios tan distantes como África, Inglaterra, América e Irlanda, guiados por el hilo conductor de la vida de Roger Casement. Este personaje recorre estos lugares en diversas etapas de su vida y ese transitar va transformando sus percepciones del mundo y su vida misma. Acaba involucrándose en la lucha por la independencia de Irlanda, resultado inevitable de haber visto y sufrido las relaciones abusivas que el coloniaje le permite instaurar a las metrópolis. El autor hace partícipe al lector de las divagaciones existenciales y los profundos cambios en la personalidad de Casement. Incluso de encuentros sexuales y supuestas vivencias íntimas, y de lo que éstas significaron en una sociedad reaccionaria, conservadora e hipócrita que avalaba la atrocidad del saqueo y el genocidio, pero condenaba la homosexualidad.
La reacción a la lectura de los componentes del círculo fue variada. Mientras Edgardo, Wilma y Sandra declararon su absoluta fascinación con la novela, Sonia, Guimazoa y Ana la encontraron pesada e incapaz de engancharlas por mucho rato. Las demás nos quedamos en el centro de esos polos opuestos, o quizás suscribiendo ambas visiones al mismo tiempo. Fue una opinión unánime que Vargas Llosa realizó una investigación histórica admirable. Pero como novela generó diferentes puntos de vista, veamos.
Para Edgardo, aun cuando tenga sus reservas en cuanto a la forma de novelar esa historia, considera que la obra es excelente. Le fascinó descubrir a través de la escritura de Vargas Llosa unos hechos relativamente recientes que no han sido ventilados, por lo menos no lo suficiente, y que por horribles parecen irreales. Sandra exaltó la habilidad narrativa del autor y su capacidad para hacer que el lector recorra sin aburrirse, a través de la vida de Roger Casement, varios capítulos de la historia de la humanidad en una extensa obra de 451 páginas. Para Wilma, ha sido una de las mejores lecturas de su vida. Se enamoró del personaje de Casement, al cual rastreó por otras fuentes y buscó más información sobre los episodios históricos narrados. La novela le resultó tan fascinante que se le hacía difícil soltarla. Sin embargo, contrastó la postura de denuncia al coloniaje y la explotación que hace Vargas Llosa en esta novela, mientras sus columnas periodísticas muestran total condescendencia hacia otros tipos de explotación obrera y ambiental promovida por las grandes potencias y los dueños del capital.
A Guimazoa, por el contrario, la novela le resultó monótona y tuvo que obligarse a terminarla. Sonia confesó haber leído dos novelas en medio de la lectura de El sueño del celta, procurando cualquier excusa para soltarla un rato. A Ana tampoco la enganchó aunque hubo partes que le resultaron más atractivas, como la participación de Casement en la lucha por la independencia de Irlanda. Sobre este particular, resulta interesante la analogía que elaboró Achi y fue secundada por Ana sobre la idealización que hace el personaje principal de Irlanda y que según ellas, significa la idealización de la madre, a quien perdió siendo niño y a quien identificaba con dicho país. Para Rita, que no había terminado la lectura, la novela le resultaba un tanto lenta y demasiado detallada en los sucesos históricos. Le pareció que el autor no quería dejar ningún detalle fuera y que por asegurarse el reconocimiento a su investigación magistral, la historia se tragó la novela. Para Elsa, las imágenes más poéticas de la novela fueron dedicadas a la narración de la vida sexual del personaje principal, al resto le faltó magia en la escritura.

Llegamos entonces a la cuarta velada. En ésta la conversación giró en torno a la novela El capitán de los dormidos de Mayra Montero. Esta obra tiene como escenario principal la isla de Vieques en Puerto Rico, lo que de entrada es, a mi juicio, un acierto pues no son muchas las obras que aluden a esta isla-municipio. La cotidianidad de una familia, propietaria de un pequeño hotel en dicho pueblo, es transformada bruscamente por dos eventos políticos, diferentes pero relacionados: la invasión militar norteamericana a la islita, a fin de llevar a cabo sus prácticas bélicas, y la revuelta nacionalista en los años cincuenta del pasado siglo. El primero alteró la vida de todos los viequenses. La tranquilidad de un pueblo rodeado por el mar, con pocos habitantes que se conocían entre sí, donde no abundaban ni las alegrías ni las penas, es aniquilada por la presencia de los “marines”. Éstos traen el ruido ensordecedor de sus bombas y cañones, la contaminación de las aguas y el aire, la peste y la enfermedad, la expropiación de las tierras, el desplazamiento humano, la ruina, la miseria, y la humillación. La obra no presenta ni un solo aspecto positivo aportado por la milicia. Por el contrario, sólo representaron el ultraje de las mujeres, del ambiente y de la vida.
 Por otra parte, la revuelta nacionalista que se fraguaba en la isla grande involucró, de una forma u otra, a los personajes principales que acabaron trágicamente afectados por estos sucesos. La angustia, el desasosiego, y, sobre todo, la incertidumbre permean la totalidad de la obra. El amor como telón de fondo justifica a los personajes: amor por la madre muerta, por la madre viva que intenta escapar, por la mujer prohibida, por el hombre decidido y apuesto, por la tierra, por la libertad. La lucha política y el fracaso de un proyecto libertario, orquestado por  un grupo valiente y desordenado, en un país que acepta las imposiciones de la metrópolis -prácticas militares, leyes federales, gobierno subordinado- sin mayores objeciones, culmina el infortunio.
Es una historia triste contada con maestría. La autora utiliza dos personajes para narrarnos en tiempos diversos y desde dos perspectivas diferentes los hechos que aparentemente ocurren. Todo queda entonces sujeto a la percepción de los narradores: un niño, que como tal, presencia los cambios abruptos que de repente afronta su niñez y su mundo familiar; y un extranjero, que asume a medias una realidad que no es suya, que no entiende bien, pero de la que quiere formar parte porque da sentido a su vida. La técnica narrativa fue manejada genialmente por la autora que lleva al lector a vivir un mismo episodio desde dos miradas que a veces se acercan y otras veces se alejan, que en ocasiones se aceptan y en otras se rechazan, y en donde se combinan el afecto y el odio.
Esta discusión fue la más intensa. La obra, quizás, no fue la favorita de ninguno, pero les gustó a todos. A Rita le fascinó la técnica narrativa utilizada por la autora. A Olguita, por el contrario, le pareció que abusó de la misma. Sonia opinó que Montero se concentró tanto en que la técnica narrativa quedara bien lograda que dejó corta la trama. Para Guima, la obra no le permite al lector conocer a fondo ningún personaje, pues es el entorno político, social y ecológico lo que prevalece. Wilma indicó que a diferencia de Casement o de Fatma, personajes de El sueño del Celta y de Instrucciones para salvar el mundo respectivamente, ninguno de los personajes en El capitán de los dormidos la sedujo. Para Elsa y Edgardo, el personaje de Vidal el barbero, les ganó total simpatía. Coincidieron ambos en que la autora deja ver su empatía con el movimiento nacionalista. Apreciación en la que coincidieron Rixie y Sonia. Por el contrario, a juicio de Wilma la escritora ni se identifica ni rechaza el movimiento. En todo caso, lo presenta débil, carente de organización y de prudencia. Para Rita, la escritora desprecia profundamente a los “marines” y, en el contraste entre éstos y los nacionalistas, la balanza se desboca hacia estos últimos, a quienes les reconoce los tremendos sacrificios que hicieron, pero no se identifica con ellos. Ana alabó el apego que mostró la autora por la historia al narrar la revuelta y la persecución posterior a los líderes. Para Rixie, Montero les rinde homenaje al rescatarlos del olvido. Para Sandra, la autora, sin rechazarlos, asume una postura crítica frente al movimiento con cierta suspicacia que podría responder a su experiencia con el caso cubano.  
Edgardo genialmente llamó la atención de que pretendemos adjudicarle a la escritora lo que dicen, perciben y plantean los personajes. Enfatizó en que los narradores están contando y reaccionando desde sus perspectivas, sus posiciones ideológicas, sus experiencias, sus frustraciones y desde la justificación que cada cual intenta darle a sus acciones y sentimientos, en tiempos también diversos. No es la autora quien habla, sino Andrés y el Capitán.   
Elsa elaboró una interesante analogía, como posibilidad latente en la obra, en la que Estela podría significar la nación; el Capitán, la dominación norteamericana; y Roberto, la patria libre. Estela escoge a Roberto, pero éste es brutalmente liquidado por el poder y Estela muere. Inteligente y romántico.
 Andrés –el niño y el adulto-, el Capitán y Estela generaron una extensa discusión en la que hubo sentimientos de compasión, de antipatía, de comprensión, de desprecio, que ubicó a los lectores en una misma sintonía con unos y en bandos opuestos con otros. Lo mismo sucedió con el personaje de Braulia y de Roberto. Creo que Frank, Apolonia y el Barbero causaron simpatía en todos.

Pero más allá de los personajes, todos coincidimos en que la novela no concluye, no da certezas y por el contrario deja al lector escoger lo que quiera creer, o permanecer en la incertidumbre, formulándose interrogantes. Como lectura para discutir es fantástica pues permite lo que dijo Edgardo: “parece que leímos novelas distintas” y yo creo que esa es la intención de la autora y lo interesante del círculo. En mi opinión, citando una tía refranera, la novela “no moja pero empapa”.